Los peelings se utilizan para corregir arrugas finas, medias o profundas, para tratar el acné (activo, leve o moderado) y sus secuelas, el fotoenvejecimiento, el envejecimiento cutáneo, la flacidez, la piel fina y rugosa, la piel grasa, las manchas cutáneas y las queratosis actínicas, entre otros.
Dependiendo del tipo de ácido utilizado se producen distintos niveles de actuación y se corrigen defectos más o menos profundos. La elección será determinada por factores como el tipo de piel, el historial clínico general, la edad y el estado de la piel.